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martes, 12 de febrero de 2013

Durmiente



La bella durmiente y el príncipe encantado acaban de tener la enésima discusión sobre cómo van a repartir los bienes del reino y a los principitos tras su inminente divorcio.
Mientras se dirige a la cocina, la bella piensa que mejor hubiera sido terminar la historia justito después del beso, pero el autor la quiso acabar en banquete nupcial sin su permiso y ahora está condenada a tomarse un Tranxilium cada noche. 


4 comentarios:

  1. ¡Cómo disfruto de tus juegos intertextuales, Paz!

    Está claro que si el matrimonio, de por sí, es un camino arduo, uno sin deseo ha de ser un calvario.

    Un abrazo,

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    1. ¡Muchas gracias Pedro! Si , vete a saber cómo han debido acabar los cuentos tras tanto derroche de perdices. Principes calvorotas y las princesas hechas unas "foquildes" ( Forges dixit),y todos con ansiedad, ay ay.
      Luego me paso por tu blog a leer otra vez eso tan impactante que has escrito.
      ¡Abrazos!
      Paz
      PD: estoy planteándome ir a la quedada de Madrid para conocer en persona al comentarista de cabecera de este blog...

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  2. Me he preguntado un montón de veces como sería la vida después de ese final que nos contaban. Sí, más o menos como lo cuentas me lo imaginaba.

    Besitos

    PD: ¡Vente a la quedada!

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    1. A ver si me lo puedo montar.Gracias por tus comentarios!
      ¡Un abrazo!

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