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miércoles, 13 de mayo de 2015

One million years B.C.




Si el asteroide no hubiera provocado un cráter de diez kilómetros en Chicxulub, península de Yucatán, jamás habrían existido las actrices. Ni los directores de cine. En lo que a mamíferos se refiere, se esperaría que malvivieran solamente algunos escurridizos ratoncitos.
Ligar nuestra existencia a la azarosa trayectoria de semejante pedrusco nos deja confundidos y meditabundos. Algunos sienten una culpabilidad cretácica y se justifican con delirantes argumentos. Uno de ellos defiende que permitir que la despampanante Raquel Welch anduviera en biquini entre dinosaurios en aquella película ha sido el único intento  –inverosímil, anacrónico, sí, pero necesario– de rendir tributo a quienes estaban predestinados a ser los auténticos  terrícolas.


2 comentarios:

  1. Una buena reflexión sobre el origen humano. Da para pensar. Y Raquel Welch siempre fantástica, aunque nunca hubiera podido coincidir con los dinosaurios.
    Alterno la lectura de "Hormonautas" con otro libro, todo con poquito tiempo, pero me está gustando mucho.
    Te mando un abrazo y aprovecho para desearte felices fiestas

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    1. ¡Felices fiestas, Ángel! Y gracias por leerme, no sabes como me sorprende y me gusta. Abrazo navideño.

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