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sábado, 16 de abril de 2016

Deforestación



Duane Keiser 

De niña iba al dentista con frecuencia. Tenía el esmalte muy fino, teñido de amarillo por la tetraciclina. Pronto empecé con las caries.
Un día el doctor me contó que en la muela de un paciente había encontrado una pepita de tomate germinada. Yo no supe si creerle, pero me recuerdo fantaseando sobre el tema. Imaginaba una cavidad llena de humus de la que brotaba una minúscula tomatera que con el tiempo se ramificaba y reptaba con ventosas por el suelo de la boca. Algunos tomates estallaban como globos entre los dientes al hablar. Otros bajaban por el tubo del fondo del jardín, fértil abono de lechugas y alcachofas. A veces salían malas hierbas y unos caracoles pequeñitos tapizaban las mucosas de satén. Se convirtió en un huerto capaz de alimentar a una familia, o tal vez a una ciudad. Después en un bosque que generaba tormentas tropicales, cuyas lianas crecían decididas hacia arriba -cual habichuelas mágicas- mientras el señor de la caries se fundía sin remedio con la tierra.

Nunca llegó a saber el doctor cómo le odié el día que me desveló el desenlace de la historia. No se puede deforestar de estas maneras la imaginación de una niñita fantasiosa y de esmalte delicado.


Fotografía tomada del blog de la Microbiblioteca

Con este relato he quedado finalista en la edición de marzo de la Microbilbioteca. Acompañando a otros relatos muy inquietantes y telúricos de Elena Casero, Belén Saiz, Raul Clavero y Javier Palanca.  El ganador fue Miguelángel Flores.Enhorabuena a todos. Terrific!

7 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena, Paz! Si la imaginación de la niña es como la de la autora no me extraña.

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    1. Curiosamente la niña que han puesto en la Microbiblioteca para ilustrar el relato y la autora cuando era niña se parecen bastante. Mi imaginación y yo no decimos nada más. Ah, si , que muchas gracias por comentar, Javier!

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  2. Raramente ensayo la ficción como género. Me gusta la autoficción. Tus relatos son imaginativos y entrañables. El niño que fuimos sigue vivo tal vez.

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. Pues igual este texto es autoficción en cierto modo. La anécdota de la pepita es cierta, y recuerdo que me impresionó mucho. Si ha tenido la fuerza para crecer y convertirse en un microrrelato ( al que he añadido un poco de absurdo e imaginación) tantos años después, será por lo que apuntas tú: algo debe de quedar de la niña. Intento escribir solamente de cosas que previamente me hayan conmovido, creo que es la única manera de que la "criatura" nazca viva. Gracias por pasarte, Joselu. Abrazo

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  3. Desforestar lo que sea es malisimo siempre.
    Me ha encantado el micro, pero mucho mucho, por eso no me extraña lo que me cuentas.
    Felicidades!!!

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    1. Mi blog tiene muchas lecturas ( para mis expectativas) y pocos comentarios ( mejor, porque me incomodan los halagos), pero sé percibir los que son auténticos, como este, y los agradezco. Gracias, Luisa. Abrazo

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