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domingo, 11 de junio de 2017

Realidad versus ficción


Los más contrastados artículos de Ripperologist Magazine afirman que el destripador no era un energúmeno con capa y chistera, sino un joven solitario y tímido. Su aspecto de apocado oficinista le evitó las sospechas de la policía, que buscaba a un depredador de apariencia feroz.
Sir Arthur Conan Doyle recorrió los escenarios de Whitechapel y tuvo acceso a toda la documentación de Scotland Yard sobre el caso. Cuando fue preguntado por la hipotética deducción de su detective, aseguró que Sherlock Holmes habría trabajado con la premisa de que el asesino abordaba a sus víctimas disfrazado de mujer para no despertar sospechas. Propuso  que los agentes -con el fin de actuar como cebo- también se disfrazaran de prostitutas, imaginando así un escenario en el que las auténticas busconas lucirían desvaídas frente a policías y asesinos ataviados con extravagantes pelucas y frondosas faldas.             

Y mientras semejante desfile parecía tan real en la mente del escritor, en las gélidas calles de Londres la silueta del destripador se sumergía en la bruma con paso inalcanzable hasta fundirse en negro, como tragado por las arenas movedizas de una espeluznante ficción.


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